miércoles, 6 de febrero de 2008


Me detengo en los silencios, en los dibujos de tus dedos, en las sonrisas de niños desconocidos una tarde de disfraces. Me resguardo en tu risa de la lluvia que arrecia, limpio estas lágrimas obscenas con el dorso de tu mano. Cierro ventanas, abro puertas, desordeno estanterías y cajones. Descoloco recuerdos, reordeno pasados discordantes. Después llegas tú, como un muñeco infantil de la tele, con la sonrisa brillando en los ojos. Después llegas tú, rebuscando en los rincones de la casa para inundar de rizos las esquinas.